miércoles, 25 de diciembre de 2013

Día 25 de Diciembre "Feliz Navidad"

Y a los 21, casi a los 22 la nostalgia ha llegado. Hasta este año, el día de Navidad se aproximaba con emoción y con muchísima felicidad. En mi casa, nos juntamos 33 personas y es una auténtica pasada ver como las abuelas se organizan a la perfección y orquestan a toda una familia para tenerlo todo preparado. 

Rigen unas cuantas normas: 

- La mesa se pone de las mejores galas; nada de cubertería, mantelería o vajilla de diario. Se saca todo lo mejor. Es una vez al año, dicen, y si no lo usamos en estos días, ¿cuándo lo vamos a usar?

- La mesa siempre es en forma de U para intentar que todos podamos vernos las caras.

- Bendice la mesa mi abuelo, el mayor de todos y siempre haciendo referencia a la realidad, a lo que ha marcado este año. Las plegarias preestablecidas carecen de sentido, sí.  

- Los turrones siempre, siempre, siempre son de la misma tienda. Una de esas de toda la vida de la ciudad condal. Calidad y tradición. 

- La carne se compra entre Organyà i La Seu d'Urgell también por la calidad y por la tradición pero sobretodo por la emoción de encargarla con tiempo, tener que irla a buscar y repartirla entre congeladores. 

- Preparamos 250 canelones. No es broma. 

Pues bien, mis Navidades siempre han sido muy felices y me enorgullece ver como vamos sumando generaciones y las cosas siguen igual. Además, los más jóvenes queremos empezar a aprender las recetas, queremos saber dónde están guardadas las bandejas, salseras y cubiertos de servir. Todo ello porque no nos podemos imaginar una Navidad distinta.

Con todo, este año parece que la realidad de la que os hablaba ha cambiado un poco. Igual es porque ya tengo una cierta edad o simplemente porque este año ha acumulado cosas que hasta ahora no había experimentado. Así, este Adviento ha sido distinto: mucho más callado y sincero. Y hoy que es Navidad me encuentro más cerca de la sensación de nostalgia que de la sensación de mágica e indiscutible felicidad. 

Para nada pienso que eso sea malo. No. Tampoco niego que sea distinto, claro. Forma parte del contacto con la realidad. De hecho, creo que es porque he empezado mi vida y ya no vivo la que mis padres, tíos y abuelos preparaban para mí. Ahora ya tengo mis preocupaciones y mis satisfacciones que son prácticamente intransferibles. 

La nostalgia es siempre contradictoria, te pone entre la espada y la pared. Viene en fechas señaladas que un día fueron especiales y que, por lo que sea, ahora lo son de un modo distinto. Y son de un modo distinto porque les añadimos tristeza. Pero la clave de todo, es que, sin embargo, el hecho de que fueran felices en el pasado nos empuja a seguir celebrándolas o a seguir considerándolas, al menos, especiales. La Navidad me sigue encantando, de verdad. 

Dejo aquí una de mis poesías preferidas y que aún puedo recitar (casi) de memoria.

Rondalla del bou

El bou pesant, veient la gent
que tantes coses oferia,
diu que volia fer un present
al dolç Infant de l’Establia.

I quan minvà una mica el fred i l’Infantó ja no plorava,
sortí amb pas lent,
dins l’aire net,
sota la nit florida i blava.

Va caminar per fondes valls
i resseguia la carena.
Sent el clarí de tots els galls,
però ja du la rica ofrena.

Saltant de goig i bruelant,
el bou baixà de la muntanya,
i s’oferí al dolç Infant
amb una estrella a cada banya.

Marià Manent




Os deseo a todos una Feliz Navidad pero sobretodo os animo a brindar por lo que os provoca nostalgia, porque de algún modo hace que la Navidad sea eso, Navidad. 

Yo ya sé por quien brindare,


X. 

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