Algunos estudian economía, otros matemáticas, algunos historia, derecho, arquitectura, ingeniería, medicina, pero todos sufrimos por los exámenes. No sabemos qué nos van a preguntar y encima nos afectan todos los rumores que, por muy absurdos que sean, parecen volverse la verdad absoluta. Nos agoviamos si el examen es tipo test porque pensamos que nos liaremos entre las respuestas y porque nos da la sensación que nos hemos estudiado el temario muy por encima. Si las preguntas serán de desarrollar, pensamos que no tenemos tiempo para profundizar todo lo que querríamos y nos da miedo olvidarnos de esa lista que tanto nos cuesta memorizar, de esa palabreja que tan bien queda pero que se nos antoja imposible.
En fin, que todos nos encontramos en este punto:
Es en este momento cuando, de repente, sacamos fuerzas de Dios sabe dónde y exprimimos las últimas horas que quedan hasta la gran prueba final. Nuestro cerebro empieza a absorver frases, párrafos, fórmulas, fechas, lo que sea.
Resultado: podemos hacer un buen examen y obtener una buena nota (si tenemos mucha suerte y nuestro cuerpo consigue utilizar alguna de sus reservas) o bien podemos hacer un examen de lo más mediocre. En ambos casos, con todo, no habremos ni entendido ni mucho menos interiorizado el temario. Eso, estaréis de acuerdo conmigo, es un auténtico fracaso. Es como un fraude de ley: llegamos al resultado querido (aprobar) pero defraudando por completo al sistema, pues el objetivo era aprender, no superar una prueba concreta.
Lo que yo pienso, y lo digo con absoluta tranquilidad, es que los exámenes parecen un mundo en el momento en el que los afrontamos pero que, al fin y al cabo, no son tan trascendentales en nuestro devenir. Es evidente que es importante el expediente y que lo más importante es asimilar los conceptos. Pues bien, eso es lo que deberíamos hacer en lugar de bloquearnos ante un puro y simple trámite. Centrémonos en saber trabajar bajo presión, en convertirnos en buenos profesionales, en aumentar nuestro rendimiento y eficacia, en mejorar nuestra capacidad resolutiva. Es mucho más complicado pero muchísimo más interesante y alentador.
Challenge accepted.
X.
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