viernes, 21 de agosto de 2015

De las cosas en las que me gusta invertir

Me gusta mucho hacer listas. Sí, sí, sí admito que soy la típica que hace listas para todo. Listas de la compra, listas de cosas por hacer (TO DOs de toda la vida, vaya), listas de canciones que quiero escuchar con calma, listas de pelis y series pendientes por ver, listas de maleta... Oh estas me encantan: en ellas apunto todo lo que quiero meter en la maleta cuando me voy de viaje.

Otra lista que nunca me falta es la de las cosas en las que quiero invertir. La gracia de esta lista es que, en parte, no es perecedera porque obviamente hay cosas que uno compra de forma repetida a la vez que hay cosas en las que espero poder invertir siempre.

Me encanta invertir en viajes, libros, maquillaje, pintauñas, ropa y zapatos porque son cosas que me dan  satisfacción. Y se trata de una satisfacción muy individual y muy íntima. Me voy de viaje, leo, me maquillo, me pinto las uñas y me visto como si de un ritual se tratara. Son cosas que disfruto muchísimo y que me dan "espacios de mi" que necesito mucho. Intento hacer un viaje importante al año, que suelo preparar con antelación para así saborearlo durante más tiempo. Maquillarme y pintarme las uñas me despeja la mente de un modo asombroso y son placeres que puedo hacer muy a menudo. La ropa y los zapatos simplemente me gustan horrores. Y de leer no hace falta que os explique mucho.


Creo que es importantísimo tener un buen par de tejanos. Esos que te quedan muy bien, son comodísimos y te sirven de comodín en cualquier ocasión porque sabes ponértelos con una camiseta blanca o para salir de fiesta con un buen top encima. Sé que es una tarea harto complicada, pero yo tengo mucha suerte y ya tengo claras mis elecciones: los Jamie de Topshop y los Levi's 501 CT. Obviamente también creo que nunca se tienen suficientes camisetas blancas.


Siempre tengo una libreta bonita para apuntar cosas (bonitas). Intento llevarla conmigo o al menos tenerla en la mesilla de noche. La uso para hacer listas, apuntar cosas que pienso, objetivos que me pongo o básicamente para apuntar lo que sea. Me encanta releerlas con el tiempo. Aprendo mucho de mi misma. Si os da pereza cargar con una cosa más, podéis usar vuestra agenda para hacer lo mismo y así exprimir todo el espacio. Pero yo opto por la libreta bonita.


La música es una parte imporante de mi vida. Me cuesta hacer cosas sin tener música de fondo, cantar me cura cualquier mal día y por eso que invierto en una cuenta Premium en Spotify. De todos modos, en youtube hay listas buenísimas que sólo requieren inversión de tiempo.


Soy bastante maniática en el sector de los olores, bastante sensible. Me encanta y me rechicfla un buen olor y me hace vomitar (literalmente) un mal olor. Por eso me gusta la sensación de vincular un olor a una persona y creo que vale la pena invertir en un perfume y que sea tu perfume. Bueno, también creo que vale la pena tener el perfume de las ocasiones especiales - las hace más especiales. Últimamente me apetecía un cambio y, copiando deliberadamente a mi amiga C, he comprado See by Chloe.

Invierto mi tiempo en mis amigos, también. Soy de esas personas que necesita estar sola a diario: no me voy a la cama sin haber tenido mi tiempo - por eso invierto en viajes, libros, maquillaje, pintauñas, ropa y zapatos - pero mis amigos son un valor seguro. Son la inversión de tiempo, preocupación y desahogo más óptima, segura y rentable que hago. Estoy convencidísima.


Recomiendo a todo el mundo invertir, al menos una vez en la vida, en un perro. Ya os expliqué en I'm a dog person mi experiencia con los canes. Y más de un año después sigo igual o más convencida de que Haddock me da media vida. Es más terapéutico que cualquier psicoterapia, meditación u oración.  Hacedme caso.


Últimamente he invertido bastante tiempo escuchando esta canción:


Hasta pronto,

X.

martes, 11 de agosto de 2015

De lo que he estado pensando últimamente

Ni que decir falta que hace demasiado mucho que no escribía. Tampoco es necesario que os diga que esto de escribir va a rachas y, en mi caso, es una cuestión de pura necesidad. Así que aquí me tenéis, en Bogotá, con mi ropa de estar por casa (please no confundir con el pijama, nunca han sido ni serán lo mismo por cuestiones higiénicas y estéticas - en este orden), escribiendo. Por fin. Y espero que esta racha dure, dure mucho.

Hace tiempo que he llegado a la conclusión de que de algún modo soy alguien que no debería ser. Nunca me sentí adolescente y me daba vergüenza que alguien me catalogara como tal. Cuando al fin llegué a mis veinte, sí me sentí en de acuerdo con mi edad pero ahora creo que ya he agotado los early twenty y me apetece algo más. ¿Precoz? No, sólo curiosa por lo que Dios me tiene reservado a mí y sólo a mí.

En todo este tiempo también me he dado cuenta de que hay cosas que sí y hay cosas que no.

Cosas que sí (intentaré ser muy estricta con el orden):

- Sí al amor simple that you can't deny.
- Polos Lacoste muy viejos. A la vida sólo le pido eso, que no es poco.
- La nieve, debajo del edredón.
- El té.
- La frivolidad inteligente y culta (porque sino, no es frivolidad, es idiotez y falta de sensibilidad).
- Las sábanas limpias y planchadas cada lunes. Siempre acompañadas de ducha nocturna, pijama también limpio y cara muy hidratada.
- Barbas sí, pero nunca en exceso.
- La gente con picardía. Por gente entended hombres.
- Las camisas planchadas. Camisa no planchada no debería ser ni una idea, ni un concepto, ni nada de nada.
- La gente que sabe hacer promesas y las cumple.
- Chicos en moto. Por Barcelona. Que te miran a través de la visera yendo o volviendo del trabajo.   No hay cosa más sexy.
- El color azul marino.
- Ir a misa en secreto.
- Aprender a meditar sin conseguir levantarse cada mañana a las seis. Nunca confiaré en quien me jure y perjure que lo consigue.
- Sí a la expresión "es (muy) turbio". No puede gustarme más.
- Ser becario.
- El cashmere. Oh sí. Cashmere everywere: bufandas, jerseys, gorros, guantes y calcetines.
- Londres. En otoño.
- Chicos que tienen pinta de peperos pero que en realidad son catalanistas.
- Hombres que te abren las puertas.
- Las náuticas Sebago y las Birkenstock como zapatos de verano por excelencia. De toda la vida y para toda la vida.
- La gente que te sorprende y te hace odiarte por los perjuicios que irremediablemente tienes.
- El gustazo de ponerse el maquillaje por la mañana y quitárselo por la noche.





Cosas que no:

- Chicos y/o casas sin libros.
- La irracionalidad e impaciencia de las chicas que nos hace sufrir más de la cuenta. Respira, que todo se andará.
- Chicos que te regalan la luna desde el primer día. Nos gusta jugar.
- El gluten, la lactosa y la soja. Se ve que no puedo tomar nada de todo eso. Sí, acompañádme en el sentimiento.
- El olor a animal.
- Calcetines cortos pensados para hacer deporte + traje. Os juro que es un fenómeno real, increíble pero real. Que alguien lo denuncie, please.
- Las chicas divinas que se creen con mucha clase y no tienen ninguna.
- La gente que no sabe viajar.
- No cantar. Los que escuchan música sin cantar no son de fiar. Son turbios (ajá, ejemplo de lo que os decía antes).
- Bañadores y calzoncillos de lycra, que comprimen. OMG.
- El color lila.
- Las uñas sin cortar.
- Los zapatos malos y sucios.
- Las arañas. Sigo sin superarlo.
- Las pesadillas.
- La ropa interior gastada, vieja y mal cuidada. Por Dios, ¿a quién se le ocurre?




Y con el maravilloso Spotify he descubierto esta canción, que me tiene loca. Escuchad muy bien la letra:




Hasta (muy) pronto,

X.