jueves, 22 de octubre de 2015

De mis quince sensaciones favoritas

Me da mucha rabia y hasta un poquito de vergüenza aceptar que creo y defiendo el gran tópico de que "la felicidad está en las pequeñas cosas". Sin embargo no os penséis que me quedo con eso. Como siempre, porque soy un poco rebelde, intento diferenciarme y añado un matiz que para mí lo es todo y es que creo y rezo que "la felicidad también está en las pequeñas cosas".

Paso de ser la típica que reniega de las grandes cosas: del éxito, del amor, del lujo...pero me siento afortunada porque pese a que disfruto enormemente con todo eso (y lo busco, lo sueño) también me encantan los detalles, los momentos que casi ni te das cuenta de que pasan y las cosas simples, porque al final son pequeñas chispas que llenan mi vida. Ya lo decía Bruce, que sabe mucho: you can't start a fire without a spark. Pues eso, que sin las cosas pequeñas nada sería lo mismo.

Pensando en todo ello, he hecho una lista de mis quince sensaciones favoritas. Allá voy:

1. Dar las gracias

Hoy en día - y yo la primera - vamos por la vida haciendo mil cosas a la vez y sin pararnos a pensar demasiado. Un día llegué a la conclusión de que empezaría a dar las gracias por todo aquello que realmente me llena, por pequeño o grande que sea.

No sabéis el gusto que es tener una conversación interensantísima con un (nuevo) amigo, de esas que te une muchísimo en menos de 10 minutos y que deja pensando durante días. Levantarte al día siguiente y agradecerle el rato de desconexión total es maravilloso. También lo es agradecerles a tus amigas que siempre estén allí, aunque ya lo sepan.


2. Esquiar 

De esquiar me gusta absolutamente todo: levantarme tempranísimo, la velocidad, la nieve, la estética y espirar aire frío pero me apasiona la sensación de quitarte las botas después de todo el día bajando pistas. Sí, esa es una de mis sensaciones favoritas.


3. Que me hagan pensar

Creo que de lo mejor que me puede pasar es que alguien me haga pensar y plantearme las cosas. Me encanta pensar. Es así de simple. Conquistarme es fácil. 


4. Viajar a un sitio nuevo

Sin duda alguna los nervios, intriga y emoción que me provoca saber que conoceré un sitio nuevo y, al final, por fin, llegar allí y absorver todo lo que pueda en el tiempo que tenga para estar allí es también una de mis sensaciones preferidas.


5. Volver a casa

Y la recompensa de viajar no sólo es experimentar todo eso que os contaba en el punto anterior: también implica volver a casa. Pasar por la puerta, oler a lo de siempre y, de repente, relajarte. Ya está, qué bien, qué suerte tengo de tener todo lo que tengo.


6. Reírme

Y sobretodo que me hagan reír. 


* Extra: Mirar y remirar fotos de los mejores viajes me rechifla.

7. Estrenar

Me encanta comprarme algo y estrenarlo enseguida. Suelo salir de la tienda con los zapatos ya puestos. ¿Para qué esperar?


8. Ordenar

Es tan simple como que cuando ordeno mi habitación, el baño o mi armario lo único que realmente estoy haciendo es recolocar objetos y, sobretodo, ordenar mi cabeza. Es terapéutico.


* Extra 2: las camisetas de rayas marineras me hacen estúpidamente feliz. 


9. El click del hervidor

En mi casa el hervidor es absolutamente imprescindible. Y no hay nada que me guste más que oir el click que hace cuando el agua ya está lista: de repente me relajo porque ya puedo prepararme el té o, aun mejor, porque quiere decir que en ocho minutos mis espaguetis estarán ready to be devoured. 


10.  Llegar a casa y ponerme cómoda

Cómo un autómata: abrigo en el armario de la entrada, bufanda en el cajón de las bufandas, zapatos fuera y colocados en su sitio y entonces, por fín, desabrochar el sujetador, recojerme el pelo y ponerme unos leggins negros. 


11. Conducir cantando con la música a todo trapo

De hecho lo que más me gusta es conducir sola, poner una lista aleatoria y que de repente suene una canción que me haga bailar. Y entonces canto y bailo con todas mis ganas y soy muy feliz.


12. El olor a buñuelos de Quaresma por Semana Santa en casa de mis abuelos

En realidad me gustan todos los olores que te teletransportan a sensaciones y tradiciones. Pero sin duda mi preferido es el de buñuelos de Quaresma. Huele a Semana Santa, a primeros días de playa y a tejanos, camiseta y jersey finito. 


13. Entender una broma unos segundos más tarde que los demás

Es la típica situación en la que experimento un placer tan íntimo como que me río por la broma, con un poco con vergüenza, pero sobretodo me río de mi misma. Vergüenza porque de repente en mi cabeza ha habido una conexión que a mí me ha parecido brutal, y mi cerebro piensa muy rápido: "oh, claro, qué lista soy, cómo domino, qué buena la broma" y justo después, sin casi tener tiempo de disfrutar ese hito me caigo de mi mundo dándome cuenta que voy tarde, y que ahora todos se ríen de mí. Y no sé muy bien como explicároslo pero me siento muy conmigo misma. 


14. Sumergirme en el agua de mar 

El mar es de las cosas que más me gusta de este mundo y me salva días enteros porque me relaja y me libera. Pero sin duda lo que más me gusta es sumergirme y que me envuelva. Siempre he querido ser sirena o pececito por unas horas. 


15. Escuchar Devils and Dust

Canciones como mantras que te calman, te erizan la piel, te hacen pensar y te hacen llorar mientras sonríes absolutamente cada vez que las escuchas. 

I got God on my side
And I'm just trying to survive
What if what you do to survive
Kills the things you love
Fear's a powerful thing, baby
It can turn your heart black you can trust





Sensaciones, en definitiva, que me reconcilian con la vida.

Hasta pronto,

X.













lunes, 12 de octubre de 2015

De como adentrarse en el otoño

Pues sí, el verano terminó y ya quedó atrás. Bye be, hasta luego, nos vemos, ciao. Y después de la tormenta viene la calma, los horarios locos desaparecen y nos prepraramos para la hibernación.

Los que me conocen saben que soy bastante de extremos. A mí que me hablen de sí o de no, de 0 o de  100, de frío o de calor. Por lo tanto, esto del otoño y la primavera también me cuesta, no os creáis. Lo que pasa es que soy una férrea defensora del invierno y por lo tanto el otoño me alegra el espíritu, me acerca a la nieve, a la Navidad y en general, al máximo confort.

Siendo consciente del drama que ello supone para muchos de los que me rodean, que parecen adorar el verano y lo catalogan como la mejor época del año, he pensado que podría daros unos tipcitos (plis, leédlo como "tipsitos" - incorporación colombiana) sobre como recibir el otoño:

1. Cambio de armario 

Si podéis, retirad todo ápice de verano de vuestra vista. Ojos que no ven corazón que no siente. Adiós a las blusas de tirantes y a los shorts (porque chicas, los shorts con media tupida debajo son una aberración; así que nada, hasta el año que viene).

Y rápido y sin mirar atrás, recibid con los brazos abiertos a bufandas, jerseys, calcetinas y botas. Americanas, undercoats, sombreros...



2. Organiza una castañada

El mejor plan para estos próximos meses es alquilar una masía con chimenea y reunirse con todos los amigos para celebrar la castañada de día y Halloween de noche.

¿Que cómo funciona? Busca una casa bien rústica en la que quepáis tú y tus amigos; los citas sobre el mediodía de un sábado y compra castañas, panellets, pan para tostar, embutido y prepara bizcochos, galletas y gintonics. En cuanto anochezca te disfrazas (o no) y dejas que la noche haga de las suyas.



3. Disfruta de la rutina

Que sí, que está genial esto de poder improvisar, cambiar de planes y de organización cada día y hasta cada hora. Pero aceptemos, ente todos, que la rutina también tiene su bright side.

Que no hay nada como llegar a casa y que la cena esté preparada, ir al gimnasio cada martes y jueves (y de paso reírte un rato con tus amigas), levantarse pronto y aprovechar el día entero, saborear las cosas durante más días porque las apuntas en la agenda con antelación,...

Igual soy la única, pero me apasiona una buena vuelta a la rutina. La gracia, aunque supongo que ya lo sabéis, es hacer trampas contra uno mismo y, de vez en cuando, saltarse el timing y sentirse rebelde por unas horas que compensan para un mes entero.


* Extra tip: el Happines Planner es una agenda que ayuda a encontrar momentos de felicidad. No la tengo ni suelo ser muy fan de estas ideas pero creo que es una edición bonita y que al fin y al cabo, está bien pensada y seguro que funciona. Podéis comprarla aquí.

4. Chocolate caliente y tés

Lo del chocolate caliente, deshecho, suizo o como prefiráis llamarle os lo dejo para vosotros; dichosos los que consiguen digerir la lactosa sin morir en el intento. Pero de vez en cuando también podéis uniros al club de los del té.

La cuestión, al fin y al cabo, es tomarse en una taza bonita una bebida calentita que requiera cierto tiempo de preparación. Así es más emocionante e incorporas un nuevo ritual de relajación a tu vida. Ajá, win-win.



5. Que estar en casa sea una buena opción

El día se acorta, los ratos de sofá y manta se alargan. Creo que una buena manera de ambientarse es buscar algo en lo que invertir todos esos ratos: haz un puzzle, pinta un cuadro, cuida un bonsai o construye la estación de bomberos de Lego. Hacer cosas en casa, con una sudadera comodísima, la calefacción encendida y un buen té (punto 4, sí) es ideal.

En mi caso, intento tejer o hacer ganchillo. La verdad es que hace un montón de años que empecé y ahora que está tan de moda es un gustazo comprar lanas y buscar patrones por internet. Os animo mucho mucho mucho a probarlo porque es uno de los mejores métodos de desconexión que conozco y porque es muy satisfactorio usar el cuello que tú mismo has tejido.



Pero vaya, que si nada de esto os ha servido o no tenéis suficiente, escuchad esta canción y estaréis en autumnal mood antes de que pasen los casi cuatro minutos que dura:



Y si llegados a este punto seguís sin conseguirlo podéis escuchar la lista que he creado en Spotify. Os confieso es lo que a mí realmente me ha ayudado a entrar en el otoño.






Hasta pronto,

X.