domingo, 7 de febrero de 2016

Sobre la acumulación de dudas

Esta semana cumplí 24 años. Veinticuatro. Si os soy sincera, tenía muchas ganas de dejar atrás los 23 porque desgraciadamente soy un pelín supersticiosa y a mí los números impares nunca me han sonreído (ni yo a ellos).

Mis flores favoritas

Pero más allá de eso, cogí los 24 con una mezcla de más bien poca ilusión y más bien bastante vértigo. Cumplir años cada vez me gusta menos. No tiene nada que ver con lo típico de no querer hacerse mayor; al contrario: me siento demasiado afortunada por poder seguir en el mundo. Pero la verdad es que me cuesta avanzar sabiendo que ya no estamos todos, y sobretodo me da vértigo darme cuenta de que los años pasan y no tengo las cosas claras. Año que pasa, preguntas sin respuesta que se acumulo.

Sartre, que sabía mucho, ya lo dijo en su obra La Nausea: "He aquí que una ojeada a la interrogación misma, en el momento en que creíamos alcanzar la meta, nos revela de pronto que estamos rodeados de nada. La posibilidad permanente del no-ser, fuera de nosotros y en nosotros, condiciona nuestras interrogaciones sobre el ser."


Durante la década que transcurre de los 20 a los 30 años, se espera mucho de nosotros: está establecido que empezamos la edad adulta y con ello se supone que debemos encontrar al amor de nuestra vida, al mejor amante y compañero; se supone que debemos ahorrar e independizarnos, empezar a pagar todas las facturas y a ir solos al médico. Se supone que debemos empezar a pensar en la idea de formar una familia (tener hijos!, mon Dieu). Pero sobretodo se nos pide que encontremos nuestra pasión y que seamos felices con el trabajo que consigamos.

Buscamos una vida que sea como el mar, que de tan bonito da miedo

De estos diez años yo ya he gastado tres, y la verdad es que no veo las cosas del todo claras. Con la carrera acabada y trabajando en algo que sinceramente creo que me gusta genuinamente, no hay semana en la que no se me pase por la mente la taladradora pregunta de quién soy, de si estoy usando todo mi potencial y si estoy siéndome fiel a mi misma. A menudo me visualizo cogiendo una maleta llena de mis cosas favoritas y yéndome a no sé donde, a hacer no se qué.

Calme-toi!!!! (Good) things take time

También es verdad que todo se me pasa cuando leo las leyes y las entiendo y cuando me explican una gran operación y me emociono, y cuando me río a carcajada limpia porque no me da la gana de ir al gimnasio. También es verdad que todo el agobio desaparece cuando llego a la comodidad de mi pijama y mi cama, cuando recibo un mensaje tonto de una de mis amigas. Porque al fin y al cabo supongo que la vida es más real y física de lo que a veces pienso. Que las cosas son lo que son, lo que vemos y lo que percibimos (y no voy a entrar en relativismos extremos porque hago una bola mental de la que no saldría nunca). En definitiva, lo que creo es que las cosas son más simples (que no fáciles) de lo que a ratos las sentimos.

Fan absoluta de los cactus en la oficina

Esta mañana he ido a pasear al Mercantic, un mercado de antigüedades en el que he pasado muchos domingos por la mañana y que de pequeña odiaba con todas mis fuerzas. Ahora me encanta, claro. Y de repente y sin ser muy consciente de ello, he sentido ilusión por guardar parte de mi sueldo y poder llegar a comprarme todos los muebles que me hagan feliz y me hagan sentir que pertenezco. Y me he visto en un pisito. Entonces, igual es verdad que de los 20 a los 30 toca empezar a construir nuestro mundo, ¿no?; entonces igual es verdad que aquí y ahora estoy bien y que aquí y ahora es donde empezará todo, y no en las filipinas montando un puesto de submarinismo, ¿no?

Y lo bien que se está en casa

Y es que, al fin y al cabo, todos esos muebles llevan sirviendo a generaciones de gente que, como yo, también se sintió perdida y también intentó encontrar algo en lo que era bueno. Y siguen allí, con una paciencia infinita, esperando a ser testigos de dudas que se resuelven. La suerte que tienen es que todo vuelve: lo que mis abuelos compraron al casarse ahora está de moda. Será que todos pasamos por lo mismo y ninguno nos ahorramos la agonía de descubrir algo en lo que somos buenos, de atrevernos a querer sin reservas. 

Es posible que mi habitación se parezca a esta

También he pensado que haber nacido con ninguna duda y sin podernos preguntar el sentido de las cosas tendría poca gracia. Es un gran challenge, pero creo que el mundo no sería el mundo si no nos preguntáramos cuál es el sentido de nuestras vidas. Otra cosa importante a tener presente, para quitarnos presión, es que la razón y explicación de nuestras vidas no tiene por qué ser algo enorme e impactante.

Invitar a cenar a tus amigas para celebrar tu cumpleaños es una cosa pequeña que llena mucho

Paseando entre sillas, cómodas, lámparitas de cristal, vajillas preciosas y espejos moteados por el paso del tiempo me ha apetecido continuar buscando respuestas y he visto claro que no llegarán ni mañana ni pasado y seguramente tampoco a los treinta.

Compraré cristalería así

Me ha apetecido centrarme en las cosas que son y en las que quiero que sean, percibiendo más y mejor lo que me rodea que, en definitiva, es lo que mi vida es. Que si, como nos advertía Sartre, nos dejamos arroyar por las dudas y las preguntas sin respuesta, nunca saldremos del huracán. 

Esta canción lo hace todo más fácil:


Hasta pronto,

X.