miércoles, 27 de noviembre de 2013

I'm a dog person


Como dicen los ingleses y americanos: I'm a dog person.  No penséis que me refiero a ser vago ¡por favor, qué tontería! Me refiero a que me gustan los perros. 

Nunca he sido una persona de animales. De pequeña odiaba ir al zoo y, por supuesto, también odiaba ir a las granjas. Soy muy sensible a los olores y, por Dios, ¡qué mal lo pasaba! De hecho, no he vuelto y ni pienso volver al zoo. Lo sigo pasando fatal (por el olor, sí). Me moría de miedo si tenía que ir a casa de alguna amiga que tenía perro. No entraba al parque si había perros. Con cinco años, me diagnosticaron alergia al pelo de gato. 

Con los años, mi desntino cambió: me encontré con que una persona con la que practicamene convivía, tenía perro. Al principio me moría de la vergüenza porque cada vez que entraba en esa casa montaba un show.  Ya os he dicho que siempre les he tenido miedo. Era algo que formaba parte de mi, algo que no podía remediar. Pero qué suerte tuve. La vida me dio la oportunidad de conocer a los perros y de descubrir todo lo que nos aportan a los humanos. A medida que iba pasando el tiempo, me acostumbré a tocar a Wanda y poco a poco le perdí el miedo. Es un encanto, aunque ya es mayor y se ha vuelto un poco arisca...

Pues bien, después de tres años de conocerla me encontré en un punto un poco complejo en mi vida. Nada raro, simplemente un poco de inestabilidad por aquello típico de hacerse mayor. Y de repente, me vi con un perro. Sí, sí. Estaba convencidísima de comprarme un perro. Pero claro, tenía que consensuar la idea con mis padres y hermanos. Y aquí venía el gran problema: no somos una familia perruna. No es que despreciemos a los animales ni mucho menos, simplemente nunca nos han gustado tanto como para que entraran a formar parte de nuestra rutina. 

Muy empeñada en el tema, porque ya os he dicho que sentí la necesidad de tener un compañero fiel, hacía todo lo posible para convencer a mi madre. Al cabo de casi un año, lo conseguí. ¿Cómo? Bueno esa es una larga historia pero mi madre conocía a Wanda y sabía lo adorable que es. Eso, complementado con fotos de cachorros también adorables y con mucha insistencia, hizo su efecto. Lo más importante, creo, fue que me comprometí a pasearle siempre yo. Fue un compromiso sincero, os lo juro. Convencer a mi padre ya era next level de modo que le pasé la tarea a mi madre, que en eso tiene mucha maña (como todas las madres, supongo).

Pues bien. Al fin. Tuve. Perro. De eso hace un año y medio y desde entonces, soy otra. No estoy exagerando. Haddock (así es como se llama mi Schnauzer miniatura negro y plata) me escogió a mi como dueña. No podía ser de otra forma: yo le alimento y le doy paseos. No necesitan más. Eso me  ha cambiado. Si tenéis perro, me entenderéis perfectamente. Voy a todos lados con él y él va siempre a donde vaya yo. Es como mi pesadilla: siempre me persigue. Le llamamos así en plan cariñoso, don't get confused. 

Lo mejor de todo es que gracias a Haddock salgo a andar dos veces al día. Tengo un parque fantástico en frente de casa y en estos paseos que os digo, he conocido a un montón de gente. Gente que, si no fuera por nuestros perros, nunca hubieran entrado en mi vida y es que ahora son una parte muy importante de ella. Esencial. Somos muy buenos amigos. El hecho de que lo que nos una no sea ni nuestra edad ni nuestras ideas, es muy interesante. Permite que la relación sea mucho más rica. A parte, con ellos puedo compartir mis locuras perrunas: Haddock no come, Haddock hoy no juega tanto, ¿qué le pasa a Lola que no para de comerse los palos?, ¿cómo lleva Cloe lo de los pipís, avanza?

Así que nada, he llegado a la conclusión de que todo el mundo debería tener perro al menos una vez en su vida. Conlleva mucha responsabilidad y compromiso y, lo más importante, son una fuente inagotable de cariño y afecto. Los perros aprenden de sus dueños, se adaptan a ellos. Saben lo que necesitamos. Siempre. La relación con un perro, por lo tanto, es mucho más fácil que con un humano.  No me he vuelto loca, ¡comprobádlo!

Y desde aquí, aprovecho para darle las gracias a Wanda porque es la responsable de que ahora Haddock duerma conmigo cada noche y de que esté siempre acompañada por una bola peluda y simpática.






X.

















No hay comentarios:

Publicar un comentario