domingo, 16 de febrero de 2014

La caja que contenía las gafas correctas

Iba sentada de espaldas a la dirección del tren, miraba por la ventana, hacía mal día. Tenía sueño y nadie parecía estar contento. Me molestaba la música de la persona que viajaba a mi lado y solo pensaba en poder llegar a casa. Ningún libro parecía entretenerme ni ninguna canción emocionarme.  Los minutos eternos y los pensamientos enredados.

Hoy también iba sentada de espaldas a la dirección del tren, miraba por la ventana, y aunque hacía mal día y llovía, podía percibir que iba a despejar. Estaba contenta porqué estaba cansada, signo de un día provechoso. Cantaba para mi misma mientras observaba cada detalle del paisaje que, aunque sea el mismo de cada día, nunca dejo de ver algo nuevo. No necesitaba más distracción, y sin darme cuenta, ya era mi parada. 

Hoy llevaba unas gafas distintas de la otra vez. Las encontré en una caja que, después de quitarle el polvo, descubrí en ella una colección de gafas. No recordaba que tenía tantas. De tantos colores y tantas formas. Grande fue la sorpresa cuando me saqué las gafas y me probé otras. El mundo parecía no ser gris. El color de las nuevas lentes era más claro y a través de los cristales se veía más nítido y definido. No me culpo por no haberme dado cuenta que llevaba las gafas equivocadas, pero sí me alegro de haber encontrado la caja que contenía todas las demás que me han hecho ver el mundo de un nuevo color.

Si algún día me equivoco de gafas, no dudéis en recordarme que debo cambiármelas. 





L

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