viernes, 3 de enero de 2014

Mi mejor día de ayer de este año

Un día como otro cualquiera resultó no ser como otro cualquiera. Quizás empezó mal, nos levantamos con el pie izquierdo. Ésto de madrugar, definitivamente no es lo nuestro. Queríamos viajar de Bilbao a Donosti a las 8:30 de la mañana. La baja tensión matinal nos traicionó. Sin dudarlo, me volví a poner el pijama. El plan parecía haber fracasado, hasta que una vocecita me despertó, estaba lista para ir a Donosti. Pues yo también. Nos dirigimos a la estación de buses y cogimos el primero que pudimos.

El viaje fue corto, una hora y poco. Pero entre la música y las charlas se nos pasó como 5 minutos. Al llegar andamos un buen rato, hasta la playa de la Concha. Fuimos hasta el acuario y después hasta el peine de los vientos. Es decir, de punta a punta del paseo. Por el camino discutimos de política, hablamos de las amistades, de los planes de  futuro, que idiomas queremos aprender, grupos de música y de muchos temas más. Además, pudimos practicar francés. Se oye casi más que el Euskera y el Castellano. Las piernas nos empezaban a pedir descanso...así que nos dirigimos a la zona del casco viejo y al ver la primera barra de pintxos no la pudimos pasar por alto. Un par de pintxos cada una y un mosto. No, nada de vinito, somos gente sana. Que bien entraron, pero no se quedó así, hicimos una o dos paradas más. Parecía que las barras nos llamaran. Entramos al bar del chico de la coletilla, ahí otro pintxo, y así hasta tener la suficiente energía para seguir andando o como decimos los catalanes, caminando.

Visitamos todo tipo de tiendas, buscando aquel collar que vimos una vez o el lauburu que hace tanto tiempo que busco. Acabamos comprándonos pendientes. A las dos nos chiflan. Hay que reconocer que un poco el burro también hicimos. Me hice pasar por euskalduna, chapurreando cuatro frases que sé decir en euskera al pasar por un grupo de gente, pero la risa podía con nosotras. Que si el semaforo está rojo, o que si porfavor me espera, que quiero un vaso de cerveza...y pocas cosas más. Mi prima no se contenía la risa, no sé si por mi acento, la mala pronunciación o el papelón que estaba montando.
Y cuando nuestros pies no podían más y empezó a llover... sisi, no nos llovió hasta entonces...Nos metimos en un bar a tomar un colacao. Estuvimos de marujeo, ya se sabe, dos chicas cansadas sentadas en un sofá que ya se han explicado la vida y media... es lo que tiene.

Para culminar la caminata, muy amablemente nos mostraron el camino de vuelta a la parada de buses. No sé como, pero volvimos a dar la vuelta a Donosti. Si es cierto que las mujeres y la orientación, no son buenas compañeras, pero vaya, parecía más fácil. Además preguntamos a varias personas, y es alucinante como se implicaban en la explicación, tanto verbalmente como gesticulando. Una pasada de gente.

La única mala pata fué encontrarnos al borde del autobusero de vuelta, pero es una parte de la historia que voy a obviar. El Bus de vuelta fue como el de ida, tranquilo y corto.

Fué un día para recordar. Además de la compañía, no se que tendrá está ciudad que no tengan otras...



Fotografía 2 Enero 2014 Donosti


L.

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